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miércoles, 18 de noviembre de 2009

Un estudio sobre Los Protocolos de los Sabios de Sión




Hace unos meses y debido a las protestas de un rabino americano, la conocida cadena de librerías norteamericanas Barnes and Noble retiró el libro Los Protocolos de los Sabios de Sión de la sección sobre judaísmo de su catálogo Internet.
En un mundo como el de hoy, de autopistas de información y aldea global, no deja de resultar paradójico que alguien se tome la molestia de hacer prohibir la difusión de un libro. ¿Qué tiene de especial este famoso y tenebroso título?, ¿Cuál es su historia?. Vamos a verlo, o intentarlo al menos...

¿De qué van los Protocolos?
Los Protocolos proclaman la existencia de una conspiración judía con ambiciones de dominación mundial. Según éstos, los judíos conspiran para controlar todos los gobiernos del mundo, destruir la Civilización Cristiana y convertirse en los amos de la tierra. Los Protocolos pormenorizan los métodos que serán empleados para alcanzar tales objetivos. La Francmasonería, por ejemplo, habrá de ser el vehículo utilizado por los Sabios de Sión para engañar a la humanidad y luego dominarla.
Los Protocolos aparecen en el convulso y agitado ambiente europeo del XIX, concretamente en Rusia. Pero vamos por partes, no adelantemos nada aún...

¿ Qué objetivo tenía su publicación ?
Sus detractores afirman que los Protocolos fueron empleados en Rusia para fomentar el odio hacia los judíos. Su objetivo inmediato sería socavar la influencia política y la posición del Conde Witte, a la sazón el ministro más importante del gobierno zarista. Este era persona de gran cultura y amplitud de miras, confidente del Zar, y anhelaba instaurar una política imperial ilustrada y moderna. Debido a que la mujer de Witte era de origen judío, la opinión generalizada era que por ello favorecía a los judíos de Rusia, que habían sufrido persecuciones y discriminación durante siglos. Witte, efectivamente, quería mejorar las condiciones de vida de los judíos en Rusia, y se proponía cancelar ciertas leyes represivas. Los oponentes políticos de Witte, encabezados por la Gran Duquesa Isabel, hicieron todo lo posible por desacreditarlo ante la clase dirigente y la familia real. Uno de sus enemigos más feroces era George V. Butmi de Katzman, cuyo nombre, como veremos, estará conectado con la publicación de los Protocolos.
El grupo luchaba ferozmente contra el intento del Conde Witte de introducir en Rusia el standard oro, para atraer inversiones extranjeras. Witte se inclinaba a formar una alianza con Francia, mientras que sus adversarios buscaban aliarse con Alemania.
La publicación de los Protocolos tenía una clara intención política, al ser empleada para socavar su influencia sobre el Zar y la familia real.

El libro, el autor, las ediciones...
Parece ser que los Protocolos aparecieron por primera vez en la Rusia del Zar Nicolás II, en 1905. Sin embargo, un texto muy similar, pero un tanto abreviado, había aparecido ya en la revista de extrema derecha Znamya (La Bandera) de San Petersburgo entre el 26 de agosto y el 7 de septiembre de 1903. (1)
El autor indicado en las primeras ediciones era un personaje al que se le señalan ocupaciones diversas: abogado, juez, monje ortodoxo, escritor místico, propietario arruinado, llamado Sergei Alexandrovich Nilus (1862-1930).
A Nilus le preocupaba que la censura no le dejase publicar el libro debido a la agitación que podría causar contra los judíos. Pero disponía de altas recomendaciones, una dama de honor de la emperatriz concretamente, por lo que consiguió que el 18 de Septiembre de 1905 se le autorizase la publicación. La primera edición de los Protocolos de Nilus vería la luz en ese año, como un simple apéndice en la segunda edición de su libro titulado Velikoe v Malom (Lo Grande en lo Pequeño). Como era habitual en esa época, el libro llevaba también un largo subtítulo, que en este caso es bastante explícito: "El Anticristo en la posibilidad inminente de gobierno". La impresión de la obra, probablemente se hizo en el famoso convento de San Sergio, cerca de Moscú.
El mismo año (1905) otra edición de los Protocolos fue sometida a la censura de San Petersburgo que aprobó su publicación con el título: La Source de nos maux ("La Raíz de Nuestro Males") sin el nombre del editor. En los inicios de 1906, fue reeditada bajo otro título: "Los enemigos de la raza humana" por una organización de extrema derecha: "la Unión del Pueblo Ruso", conocidas por las "Centurias Negras". El libro fue prologado por un tal Butmi (2), e impreso en la institución de los sordomudos de San Petersburgo y lleva sólo la observación: 4ª Edición.
El incansable Nilus, y a pesar de los acontecimientos, hizo confeccionar en pleno año 1917 una edición más de su obra. El 28 de febrero, el Zar había sido derribado. El 2 ó 3 de marzo debía entregarse el libro de Nilus a las librerías, y ya estaba en el vagón del ferrocarril listo para su distribución cuando, al parecer, y según un relato de sus partidarios en los años treinta, un grupo de hombres armados asaltó la estación, abrió el vagón, y tiró toda la edición a la calle, donde la quemaron. En cuanto se convirtió en ceniza la última hoja, la banda se retiró. El mismo informe citado, continúa diciendo que todas las ediciones anteriores de este libro se habían agotado. Cuando llegó al poder Kerensky (de origen judío), se dice que hizo buscar en todas las librerías de Moscú y San Petersburgo los Protocolos, confiscándose todos los ejemplares que se encontraban. Se señala que antes de la revolución en Rusia, el libro costaba 30 a 40 rublos, y que desde esta, siendo su tenencia ilegal y su distribución clandestina, llegaron a pagarse de 500 o 600 rublos, de esas fechas, ! por libro ¡ (qué no hubiéramos dado nosotros, probos y honrados libreros, por tener algunos ejemplares ¿verdad?).
Los Protocolos se extienden...
El opúsculo que nos ocupa pronto se extendió, y sigue extendiéndose aún hoy, por todo el orbe. Como señala Ferrer Benimeli, estudioso contemporáneo del tema, el éxito editorial de los Protocolos fue indiscutible. En el British Museum de Londres se conservan 43 ediciones distintas (hay un ejemplar ruso en la biblioteca de este museo con el sello de entrada del 10 de Agosto de 1906), ediciones que proliferaron especialmente en los años treinta, época de auge del fascismo y del nacionalsocialismo, en los que se anotan no menos de 28 ediciones y traducciones, impresas en los cuatro rincones del orbe, aunque fue durante los "felices" años veinte que surgieron por toda Europa traducciones del libro de Sergei Nilus.
La primera traducción a otro idioma fue hecha en 1919 por un alemán, el capitán Ludwig Müller, alias Müller von Hausen, escribiendo bajo el seudónimo de Gottfried zur Beck, redactor de un periódico antisemita de Berlín, quien agregó numerosas notas y comentarios al apéndice de Nilus - es decir, los Protocolos - y los incluyó en las páginas 68 a 143 de un libro suyo que lleva por título: Die Geheimnisse der Weisen von Sion ("Los secretos de los Sabios de Sión", Charlottenburg, Verlag auf Vorposten, Diciembre 1919). Von Hausen dedicó su libro "a los príncipes de Europa" como advertencia contra la conspiración judía que amenazaba tronos y altares. Su publicación fue patrocinada por la nobleza alemana y se hicieron ediciones populares de bolsillo para alcanzar una máxima difusión. Tiró 120.000 ejemplares en un año ¡!. En 1933, con la llegada a la cancillería de Adolfo Hitler, ya se habían hecho treinta y tres ediciones. En esa misma época dos ediciones concurrentes habían alcanzado la cifra de 97.000 ejemplares. (3)
A fines del año 1919, Los Protocolos aparecieron en Inglaterra. Curiosamente los dio a conocer el famoso periódico The Times, que después sería su principal detractor. En 1921 se habían hecho cinco tiradas sucesivas. (4)

El artículo del Times, debido a su prestigio, tuvo tal resonancia, que tan solo doce días más tarde, se insertó un resumen del libro y de los comentarios del Times en la revista La Vieille France. Sectores de L´Action Française (partido ultranacionalista francés) recomendaban la lectura, divulgación, y el estudio detenido y atento de la versión francesa de los Protocolos ("Los Protocolos: Actas de las Reuniones Secretas de los Sabios de Israel". Edición la Vieille France, 1920 Introducción y epílogo de Urbain Gohler)
La edición francesa de más renombre fue la presentada por Monseñor Ernest Jouin, prelado de Su Santidad y párroco de San Agustín de París, editada en la "Revista Internacional de las Sociedades Secretas", iniciada en 1920 en su volumen I y continuada en 1922 en su volumen IV, donde efectúa un estudio pormenorizado del contenido de las Actas.
En 1920 los Protocolos fueron traducidos al polaco, y aparecieron también ediciones en los Estados Unidos e Inglaterra. Poco después también en Suecia, Japón, Portugal y Francia. En 1925 se publicó en Damasco una edición en árabe, que se difundió por todo el Medio Oriente.
La primera edición de los Protocolos en España data de 1927, llevando el título "Los peligros judeomasónicos, Los Protocolos de los Sabios de Sión".
En los Estados Unidos los Protocolos obtuvieron el apoyo de un importante industrial automovilístico: Henry Ford, que no sólo financió de su bolsillo varias ediciones del libro, sino que creó una revista (The Dearborn Independent) para denunciar el peligro judío. En 1920, dentro del periódico, tiró 300.000 ejemplares, después lo hizo en un solo volumen y los tradujo a 16 idiomas.
Ford, también fue autor antisemita, reunió sus artículos antijudíos en un libro que tituló "El Judío Internacional". (5)

Los Protocolos se siguen publicando, su popularidad continúa hasta el día de hoy. De hecho, la Universidad de Tel Aviv en su informe anual sobre el antisemitismo en el mundo, correspondiente al año 1995, anotaba nuevas ediciones de los Protocolos en los Estados Unidos, Estonia, Eslovaquia, Ucrania, Irán, Dinamarca, y una traducción al griego publicada en Australia (!). Por la "Red" son además fácilmente localizables. Los Protocolos se han constituido en el texto más difundido de la literatura antijudía de todos los tiempos

Empieza el culebrón
Este éxito editorial, que ya quisieran para sí muchas obras, produjo desde su inicio defensores y detractores, repasemos los argumentos de ambos bandos.
El propio Nilus, es un poco confuso y contradictorio en sus explicaciones de cómo había obtenido los Protocolos. De hecho en las sucesivas ediciones, iba ofreciendo versiones ampliadas, contradictorias y corregidas sobre su origen.
En una primera versión, Nilus nos dice que los obtuvo de un difunto amigo, a quien a su vez se los había ofrecido una mujer, asimismo fallecida, quien los robó de uno de los líderes más influyentes y elevados de la Francmasonería ...
En segunda versión no hubo una mujer intermediaria, y ningún robo a un Francmasón francés, sino que todo el asunto fue ejecutado por el difunto amigo por sí sólo, quien hizo una búsqueda en las Oficinas Centrales de la Sociedad de Sión en Francia ...
En la tercera edición aumentada de su obra, publicada en 1911, Nilus nos cuenta que los documentos no llegaron de Francia, sino de Suiza, que no eran judeo-masónicos, sino Sionistas, y que eran los Protocolos secretos del Congreso Sionista reunido en Basilea en 1897"... (6) y (7)
Al parecer, los Protocolos fueron compuestos en la década de los 90 (1800 se entiende) en plena ola de antisemitismo y antimasonería en Europa (el "asunto" Dreyfus (1894 - 1899), la aparición de "La Francia Judía" de Drumont en 1886, el primer número del periódico antisemita "Libre Parole" en 1892, recordemos también a nuestro "amigo" Leo Taxil, etc...)
Los detractores de los Protocolos ofrecen la versión, mantenida hasta hoy, de que los Protocolos fueron preparados por los agentes de la Okrana (policía secreta zarista) en París, quienes le entregaron el manuscrito a Butmi (opositor de Witte recordemos) y éste a su vez se lo entregó a Nilus, cuya condición de escritor místico ortodoxo le daría más prestigio a la publicación. Aunque los líderes rusos ilustrados no creían realmente en la veracidad de los Protocolos, les resultaban útiles para fomentar el odio a los judíos.

Más descubrimientos y más argumentos...

En 1921, un año después que Los Protocolos aparecieran en Inglaterra, un periodista inglés del Times, llamado Philip Graves notificó haber hallado, de forma un tanto novelesca, en Constantinopla una novela francesa de manos de un exiliado (¿cómo debían ser las librerías de viejo en aquella época y en Estambul?) titulada «Diálogos en los Infiernos entre Maquiavelo y Montesquieu, o la Política de Maquiavelo en el siglo XIX». Dicha novela, tenía según Graves, un parecido extraordinario con los Protocolos de Nilus. La obra iba firmada por "Un Contemporáneo" y la impresión fue hecha en la imprenta de A. Mertens e Hijos en Bruselas, en 1864 (se imprimió en Bruselas, para evitar problemas y después pasarlo a Francia). El libro - como descubrieron rápidamente los miembros de la redacción del Times - había sido escrito por Maurice Joly (8), un abogado francés. En su novela, en forma de un diálogo de ultratumba entre Montesquieu y Maquiavelo, Joly atacaba soterradamente a Napoleón III (el libro le había supuesto a Joly estar encarcelado quince meses y su obra había sido secuestrada al pasar la frontera). Graves se dio cuenta inmediatamente del parecido extraordinario entre estos Diálogos y los Protocolos de Nilus. Había párrafos enteros que habían sido copiados literalmente. Graves había hecho un descubrimiento de la mayor importancia. En tres largos artículos publicados en el Times de Londres de los días 16, 17 y 18 de agosto de 1921, que en principio había dado publicidad a los Protocolos , reveló el plagio. (9)
Posteriormente se escribieron muchas revelaciones respecto al documento fraudulento. En 1933 se publicó una comparación párrafo por párrafo de los textos de Joly y de Nilus, demostrando su parecido o identidad. Otra comparación aparece en el libro del profesor Ferrer Benimeli, ya citado, en el hay una comparación de párrafos selectos, que ocupa 8 páginas (pp. 157-164), demostrando el paralelismo entre ambos textos. En total hay más de 160 pasajes en los Protocolos, correspondientes a un cuarenta por ciento del texto total, que están evidentemente basados en pasajes en Joly. En nueve de los capítulos, el texto copiado alcanza a más de la mitad.
Posteriormente se sucedieron muchas más "revelaciones" respecto al documento, una de las más famosas fue el proceso que sufrieron los editores suizos de los Protocolos en 1933, denunciados por asociaciones de la comunidad judía helvética, solicitando que se prohibiera su difusión. Después de un juicio en el que se dieron peritajes, testimonios contradictorios, y documentos varios, se dictó sentencia en 1935, expresando que los Protocolos eran una falsificación y escrito vil. Sin embargo, el mismo tribunal en 1937 absolvió, por falta de pruebas, a los editores de los Protocolos del delito de "inmoralidad", y se declaró incompetente para juzgar la autenticidad de los mismos. (10)
Los partidarios de la autenticidad de los Protocolos se enfrentaban y se enfrentan a un problema: no disponen del original con lo cual no se puede llevar a cabo una crítica o estudio del documento (factura, estilo, naturaleza del papel...). Todo ello no obsta para que en la edición nazi de los Protocolos del año 1936, se arguya lo siguiente sobre su veracidad: "Entre las diversas pruebas de su autenticidad como programa de acción judío, una es irrebatible: el transcurso de los acontecimientos políticos a partir del año 1895, desde que los protocolos llegan a manos no judías, estos corresponden a las disposiciones y contenidos de los mismos (...). A ningún político, por más clara visión del futuro que poseyera, que hubiera querido calumniar al judaísmo a través de la elaboración de los Protocolos, le hubiera sido posible, hace cuarenta años, vaticinar tan exactamente el curso de los acontecimientos que desde entonces se fueron produciendo, como es el caso de los Protocolos"
No sería el último proceso, ni la última declaración, ni la última "revelación" al respecto de la autenticidad o falsedad de los Protocolos...
Otra interesante, fue la que hizo, el 8 de enero de 1935, un sacerdote católico llamado Padre Gleb E. Werchobsky, que se entrevistó en Chicago con el escritor Sigmund Livingston, quien ya había publicado antes un artículo denunciando la falsedad de los Protocolos. El Padre Werchobsky quería poner en manos de Livingston cierta información hasta entonces desconocida, basada en su propia experiencia personal. El Padre Werchobsky ratificó la veracidad de su informe en una declaración jurada. Posteriormente, Livingston publicó los detalles completos de esta entrevista.
El Padre Werchobsky había nacido en San Petersburgo, Rusia, el 23 de octubre de 1888. Había sido ordenado en Constantinopla (hoy Estambul) el 13 de julio de 1914. Posteriormente emigró a los Estados Unidos, donde estuvo en varios lugares hasta llegar a Chicago en 1929. Allí continuó cumpliendo sus deberes pastorales en el marco de la Iglesia Católica. Su padre era Eugenio Werchobsky y su madre María C. von Stein.
George Butmi de Katzman, antiguo teniente en la Guardia Imperial de Rusia, y citado ya varias veces en este artículo, era amigo de la familia. Inmediatamente después del Caso Dreyfus en Francia, Butmi viajó a París. Cuando regresó a San Petersburgo, trajo varios manuscritos que pidió traducir al ruso. La traducción fue hecha por la mujer de Butmi y la madre del Padre Werchobsky. Esta fue la traducción que apareció luego bajo el nombre Los Protocolos de los Sabios de Sión.

Últimos descubrimientos
Sin embargo y a pesar de los años transcurridos, aún faltaba un dato en relación a los Protocolos: la identidad del "autor" de los mismos, el que reconvirtió los diálogos de Joly en los Protocolos propiamente dichos. Este dato cayó casualmente entre las manos de Mikhail Lepekhine, historiador de la literatura rusa y particularmente de los llamados "publicistas", es decir, de los autores de libelos políticos durante la convulsionada época zarista prerrevolucionaria. Recientemente y gracias a la caída del régimen soviético y la disponibilidad de sus archivos, y después de cinco años de pesquisas, el historiador Mikhail Lepekhine (11) ha descubierto al que parece ser el "auténtico" autor de los Protocolos: un aristócrata ruso llamado: Mathieu Golovinski.
El sospechoso más reciente
La historia descubierta por Lepejin nos permite asomarnos a una de esas personalidades sin escrúpulos que tanto abundan en el mundo del libelo y que junto a otros, como Leo Taxil, tanto nos "emocionan" a los aficionados a los libros raros.

Vida obra y milagros
Mathieu Golovinsky pierde pronto a su padre, fue educado y mantenido por su madre y una institutriz francesa que le enseñó el idioma. El joven aristócrata se convierte en un personaje extravagante y astuto, además escribe bien y logra hacerse contratar en la corte del Zar Alejandro III, veamos como: En 1888, pide una audiencia privada al zar, lo que era un privilegio exorbitante. Sus influencias le favorecen el encuentro, y el emperador le recibe el 9 de diciembre de 1888. Nuestro héroe le previene de que van a atentar inminentemente contra él. Las pruebas de ello las basa en una conversación oída en la calle ¡!. La alta sociedad rusa no le perdonó jamás tal intromisión. De resultas del escándalo se ve forzado a abandonar Rusia y marchar a París. No pasó mucho tiempo y por falta de dinero, regresó. Al poco tiempo empezó la carrera de funcionario, en una oficina de la Ochrana seguramente, donde sus jefes, obsesionados por el terror de una conspiración después del asesinato de Alejandro II, manipulan la opinión creando falsos diarios revolucionarios, en una especie de "Estrategia de la tensión". Todos ellos son notorios antisemitas y temen la influencia judía. Cinco años más tarde y como funcionario ya, frecuenta los ambientes hostiles a los judíos, su protector es además un conocido antisemita. Es nombrado segundo redactor en el departamento de prensa de la Ochrana, dirigido por otro virulento antisemita. Sus funciones equivalen a hacer de intoxicador y "espía".
Para su gran desgracia, el nuevo zar, Nicolás II adopta una actitud más abierta y liberal que sus antecesores, y Golovinski, al que Máximo Gorki trata públicamente de "soplón", es enviado, en 1900 (otras fuentes hablan de que se tiene que "exiliar" de nuevo al haber decrecido su estrella) a París con motivo de la Exposición Universal. Es en esta época, fin de 1900 y comienzos de 1901, cuando entra a las órdenes del director de los servicios de la policía rusa (la Okrama) en Francia: Ratchkovski, y nuestro héroe continúa redactando artículos de propaganda contra revolucionaria que a menudo son firmados por periodistas franceses. Ratchkovski, ortodoxo ultra reaccionario, quiere convencer al Zar de que detrás de la corriente liberal y reformadora se esconde un complot judeo-masónico. Para ello hay que aportar una prueba, destinada a ese único lector, el Zar. Y Golovinski recibe el encargo de redactarla. Esta "prueba" la constituirán los Protocolos. (12)
Variados acontecimientos impiden que su panfleto llegue directamente a manos de Nicolás II. De modo que el panfletista decide publicar, como hemos visto antes y por supuesto sin firma, los Protocolos. Esta vez sí, el Zar y la Zarina lo leen con atención. Años después, cuando la familia del Zar fue masacrada, se encontró un ejemplar de los Protocolos en la habitación de la Zarina.

Hay quién cuenta que a Nilus le importaba poco que los Protocolos hayan sido fraguados. "¿Acaso Dios, en vista de nuestra fe -dicen que afirmó- no puede transformar huesos de perro en reliquias milagrosas?"


La confirmación de la identidad del autor de los Protocolos, será dada en 1917 por el francés Henri Blint, colaborador de Ratchkovski, al enviado del gobierno ruso encargado de desmantelar los servicios secretos zaristas en el extranjero. Este Blint, había sido el encargado de pagar a Golovinski por su trabajo. Arruinado, Blint venderá a los soviéticos sus archivos en 1921, que nunca los dieron a conocer al gran público.
Mathieu Golovinky, siguió su brillante carrera en la administración rusa, pues cuando estalla la revolución de 1917, cambia de camisa y se reconvierte en diputado soviético en Petrogrado, frecuentando a las más altas personalidades bolcheviques. "Reconvertido" y con un falso título de Doctor, se hará valer como el "primer médico en haber reconocido el poder de los Soviet", lo que le valió el pertenecer al Colegio médico-sanitario del nuevo régimen. Antes de su muerte, acaecida en 1920 (justo en el momento en el que los Protocolos alcanzaban fama internacional, lanzados como gran acontecimiento periodístico por The Times de Londres), fundó el Instituto de Cultura Física de Moscú, y fue galardonado con la Orden de Lenin.
¿Por qué ocultaban los soviéticos los rastros de un autor antisemita pagado por el zarismo, siendo los Protocolos una obra perseguida e ilegal en la Unión Soviética?, ¿cómo no se la desautorizó revelando su autoría y su falsedad?... Es de suponer que a la Rusia comunista no le apetecería desacreditar a un diputado del Soviet y consejero de Trotsky (por cierto judío).

Validez actual de los Protocolos
"Por su estructura -dice otro estudioso y detractor de los mismos: Pierre-André Taguieff-, el texto de los Protocolos satisface la necesidad de explicación, dando sentido al movimiento indescifrable de la historia, cuya marcha simplifica al designar a un enemigo único." Y agrega: "Su éxito surge paradójicamente de su falta de precisión, que permite adaptarlo a todos los contextos de crisis".
Cuando en 1996 Israel exigió a la OLP que alterara la Carta Nacional Palestina, en conformidad con los requerimientos de los Acuerdos de Oslo, uno de los miembros del Consejo Palestino condicionó la modificación de la Carta a que los israelíes modifiquen los Protocolos: "Los Protocolos de los Sabios de Sión contienen párrafos mucho más peligrosos que los de la Carta Nacional Palestina... Por ende, para que nosotros anulemos partes de la Carta, ellos deben anular el extremismo incluido en los Protocolos", dijo Rifat an-Najir.
Sin embargo, y en el momento de escribir estas líneas, el presidente americano G. Bush, está quedando en entredicho ante la opinión pública internacional por su apoyo descarado a Israel, en el asedio y acorralamiento del líder palestino Yaser Arafat. Y los "medios" explican este apoyo incondicional, en base al gran poder del lobby judío en USA, que detenta el control de los mayores medios de comunicación americanos, parte de las finanzas y, además, financia la campaña presidencial...
Esto podría hacer exclamar a alguien sobre los Protocolos aquello tan famoso de "Se non è vero, è ben trovato"...

Recopilación y comentarios a cargo de Eduardo Connolly
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Notas

(1) Znamya era publicada por un notorio antisemita, P.A. Krushevan, uno de cuyos asociados era G.V. Butmi, al que citaremos más adelante. Krushevan sostuvo que el texto que publicó era traducción de un documento escrito originalmente en Francia, y que el traductor lo había titulado Actas de la Reunión de los Masones Mundiales Universales y los Ancianos de Sión. Su director fue señalado como promotor de uno de los progrom que se sucedían en Rusia.
(2) G. V.. Butmi, junto con su hermano A. L. Butmi, publicaron otros escritos contra los judíos y los masones, que igualmente fueron impresos en la institución de sordomudos de San Petersburgo. El más conocido se llama "Los Judíos en la Masonería y la Revolución", "Los Masones y la Traición a la Nación". Aparecieron en dos tomos el año 1905 y 1906, y se dedicaron a la "Asociación del Pueblo Ruso" ("Verband des Russischen Volkes"), de marcado carácter antisemita y antimasónico.
(3) La versión alemana más conocida y reeditada es la realizada en 1924, por Theodor Fritsch: "Die Protokolle Zions, Das program der internationalen geheimregierung" publicado en Leipzig por la Editorial Hammer Verlag.
(4) El artículo que se publicó al respecto, iba sin firma - aunque era debido a la pluma del periodista inglés Wickham Steed-. Apareció el día 8 de mayo de 1920, con el título "The Jewish Peril", fue el detonante mundial, el "salto a la fama" de los Protocolos. En su texto, Steed hacía el resumen y comentario de la primera edición en lengua inglesa, que se publicó en Londres en diciembre de 1919 por la casa Eyre and Spottiswoode con el título de "Protocols of the Learned Elders of Sion", y que tomaban el texto del ejemplar consignado en la biblioteca del British Museum, traducido por George Shanks.

(5) En USA el primer ejemplar impreso en formato libro fue la edición de Boris Brasol (Boston, 1920), con el título "The Protocols and World Revolution". Ese mismo año aparecía otra edición en Nueva York.
(6) Una de las más frecuentes "explicaciones" agregadas a los Protocolos es que son las "actas secretas" del Primer Congreso Sionista convocado en Basilea en 1897 por el Dr. Theodor Herzl. (Cosa que en la misma edición de los Protocolos hecha en la Alemania nacional socialista se desmiente de forma categórica). El objeto de este congreso y del movimiento sionista, era una llamada al pueblo judío a retornar a su patria ancestral, solucionando el "problema judío" de los países europeos, especialmente, mediante la emigración de estos a Palestina. Entre los delegados europeos al Congreso no hubo representación de España ni de Portugal. Las verdaderas resoluciones del Primer Congreso Sionista fueron la creación de un organismo (la Organización Sionista Mundial) para llevar a la práctica el programa sionista, el planteamiento de la creación de un Fondo Nacional para comprar tierras en Palestina, y la decisión de seguir reuniéndose en forma periódica en Congresos que constituirían la autoridad máxima del movimiento Sionista.
(7) La historia de la obtención de los Protocolos según sus defensores, es aún más novelesca. Este relato está extraído de un documento ruso de los años treinta:

Cuando en los diarios se publicó en el otoño de 1897 que querían llevar los sionistas a efecto una reunión en Basilea, a fin de deliberar sobre la fundación de un Estado judío en Palestina, el gobierno envió para allá a un espía, como nos fue participado por un ruso, que ocupaba por muchos años un alto puesto en un ministerio de Petersburgo. Este hombre sobornó a un judío que gozaba de la
confianza en la dirección superior de los masones y que recibió al final de las deliberaciones el encargo de llevar los informes de las sesiones secretas, las que, naturalmente, no vieron la publicidad, a Frankfurt , donde la logia judía con el sugestivo nombre de "Zur Aufgehenden Morgenroete" ("Aurora Naciente"), fundada el 16 de agosto de 1807, mantiene relaciones desde hace un siglo con el Gran Oriente de Francia. Este viaje representaba una preciosa
oportunidad para la proyectada traición. El enviado se alojó en un pequeño pueblo del trayecto, donde lo esperaba un ruso con una banda de escribientes; estos hicieron las copias durante la noche. Por eso, posiblemente, los informes de las sesiones no estén completos; los hombres copiaron tanto como les fue posible hacerlo en una noche. El original estaba escrito en francés.
Se han entregado copias a diversas personas de confianza en Rusia, entre ellos también al sabio Sergey Nilus, quien hizo una traducción al ruso en diciembre de 1901. Nilus no es un pseudónimo; el que lleva este nombre es un hombre de unos 70 años de edad, y goza en Rusia de una alto prestigio y consideración como un sabio concienzudo y como un hombre muy creyente de pensamientos distinguidos. El último año vivía en Ukrania (Nota: esto se escribía antes de la guerra y poco antes de la muerte de Nilus en 1930).
(8) Sobre la persona de Joly, en la edición alemana de 1936 de los Protocolos se dan estos "jugosos" datos:

"De Joly, poseemos una biografía escrita por el mismo bajo el título "Maurice Joly, son Passé, son Programme par lui-même" París, 1870 " (...) Joly nos cuenta en ella, que su madre era italiana y su abuelo español. Su ascendencia familiar pues, no era francesa y otras averiguaciones posteriores dieron por resultado que su abuelo materno era un judío veneciano. (...) Joly era además comprobadamente francmasón, porque es nombrado por el judío Leo Taxil (Jogand Pages) en su obra La France MaÇonique como miembro de la logia de París . A causa de su diálogo, que fue interpretado como sátira a Napoleón, fue condenado en abril de 1865 a 15 meses de prisión. Tuvo participación directiva en el gobierno de terror de la Comuna parisién en el año 1870 y volvió a parar a la cárcel. Joly se suicidó en 1878. Joly era por consiguiente, judío, francmasón y subversivo. No podía elegir mejor garante que él, el autor de los protocolos".

Curiosamente los detractores de los Protocolos señalan a Joly como monárquico y antisemita declarado...
(9) Cuando el diario Times, cambió de dueño en 1921, convirtiéndose en nuevo propietario el Sr. Hammsworth, no bien había tomado posesión del diario, y no habiendo transcurrido siquiera quince días desde la transmisión de poderes, con gran alarde tipográfico publicó la terna de artículos a los que se hace referencia, afirmando que los Protocolos eran un fraude y un plagio. Los defensores de la autenticidad de los Protocolos , ven en este "cambio de actitud" una maniobra descalificadora, que vendría explicada por el origen judío de la nueva propiedad del rotativo.
(10) La demanda se presentó en Suiza, por parte de la Asociación de Comunidades Judías de Suiza y la Comunidad Israelita de Berna, que instaron un proceso contra el arquitecto y redactor del periódico Eidgenosse, Theodoro Fischer y contra el músico Silvio Schnell. Editor y distribuidor de la obra respectivamente.
La demanda se basaba en las sanciones que el artículo 14 de la ley cantonal preveía contra la Schundliteratur -término ambiguo que se refiere a la "mercancía fraudulenta"- al afirmar los demandantes judíos que el documento era falso y que su contenido hacía odiosos a los judíos.
El juez de instancia fue Walter Meyer. El abogado de la acusación, por parte de las Comunidades Judías que actuó, fue Georges Brunschwig. Los abogados defensores de los inculpados, los letrados Ursprung y Ruef. El fallo fue, en primera instancia, condenatorio y la sentencia llevaba fecha del 14 de mayo de 1935. Los condenados apelaron conforme a tecnicismos legales e irregularidades habidas: la falsificación detectada en las actas del proceso; la existencia de oficiales actuantes que no estaban habilitados, violando las más elementales normas de garantía del procedimiento; la falta de firmas en los testimonios prestados por varios testigos de la acusación; la falta de legalización de documentos aportados de origen extranjero; las contradicciones de ciertas traducciones; y, finalmente, en que los Protocolos no eran literatura ni inmoral ni pornográfica, que era lo que sancionaba la norma invocada por parte del contrario.
El presidente del Tribunal de Casación de Berna, Peter, apreció las irregularidades en el procedimiento cometidas por el juez Meyer y dejó patente que no estaba en causa la cuestión de la autenticidad de los Protocolos, sino solamente su inmoralidad o si constituía un elemento de subversión, por lo que, anulando la sentencia condenatoria estimó que no eran inmorales según la ley suiza, que no incitaban al crimen y que al tratarse de un escrito político debía regir el principio de la libertad de expresión. Esta sentencia inapelable se dictó el 27 de octubre de 1937 declarándose expresamente que "los acusados no pueden ser condenados en base a esta ley".

(11) Mikhail Lepekhine encontró la primera traducción en ruso fechada en 1 de Noviembre 1901).
(12) Es curioso, al respecto de esta organización policial Zarista, que su último director, A.T. Wassiliew, que ostentó el cargo desde 1916 hasta su posterior encarcelamiento y fuga de Rusia, en sus memorias considera los protocolos como un documento original y válido. Lo que resulta extraño pues estas las redactó en 1921, en un asilo para exiliados rusos en París, es decir en un momento en que no tendría porque seguir encubriendo su origen fraudulento.

Bibliografía
(Sólo se citan algunos libros, pues la cantidad ingente de información electrónica consultada, hace imposible su pormenorización)
- José Antonio Ferrer Benimeli, El Contubernio Judeo- Masónico-Comunista, Ediciones Istmo, Madrid, 1982
- "Les Protocoles et le complot juif" Dossier realizado por Paul-Éric Blanrue
- "Die Protokolle Zions, Das program der internationalenheimregierung", Hammer Verlag, Leizpig 1936
- Sigmund Livingston, Must Men Hate? (¿Es que los hombres tienen que odiar?), Crane Press, Cleveland, 1944.
- A.T. Wassiliew, Ochrana memorias del último director de la policia rusa, Espasa Calpe, Madrid-Barcelona 1930
- "Los protocolos de los Sabios de Sión ¿Quién dirige los hilos?", por José Luis Jerez Riesco (Revista Más Allá, Número Extraordinario, Junio 1993).
- Joaquín Bochaca Oriol. Los Protocolos de los Sabios de Sión. Ediorial Solar. Bogotá (Colombia) 1990

- Ediciones FAX, Los Protocolos de los Sabios de Sión. Traducción del Duque de la Victoria. Séptima edición.

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